Dentro de las medidas fundamentales para el control adecuado de la emergencia nacional que esta enfrentando Costa Rica, producto de la pandemia por COVID-19, encontramos el respeto a la burbuja social, el uso constante y adecuado de la mascarilla , el distanciamiento físico y el correcto lavado de manos.
Sin embargo, este proceso ha sido un constante aprendizaje y adaptación para todos. Por tanto, se han detectado ciertas debilidades con respecto a la “Burbuja Social” las cuales han influido en la propagación del virus, entre ellas:
1-Falta de comprensión en lo que representa la burbuja social y sus límites
2- Dificultad de cumplimiento en el ámbito familiar
Si los casos de infección se generaran por la primera razón, por ausencia de definición clara en los individuos de lo que representa la burbuja social, el problema se resolvería de una manera sencilla, simplemente con mejorar la comunicación y enviar de nuevo un mensaje claro para la población general.
Sin embargo, no es así de simple, razón por la cual las infecciones siguen ocurriendo debido a la complejidad de implementar esta acción. Una burbuja social está conformada por las personas que conviven en una misma vivienda, sean o no familia.
Entre los miembros de una misma burbuja social se da la libertad de no aplicar las medidas mencionadas o reglas de oro. Es decir estas personas que conviven bajo un mismo techo, pueden interrelacionarse entre sí al tomar los alimentos, al realizar actividades recreativas, estar en una misma habitación y pueden tener contacto estrecho sin necesidad de protección alguna. Todo esto, siempre y cuando todas estas personas no se interrelacionen de la misma manera con otras personas fuera de su burbuja, sean familiares, compañeros de trabajo, de estudio, a la hora de divertirse o al practicar algún deporte. No obstante, es justamente en ese momento donde las personas no aplican las reglas de oro.
Una situación especial se presenta con las personas que laboran dentro del hogar, tales como empleadas domésticas, choferes, cuidadoras de niños o ancianos. Estas personas, interaccionan con otras personas, por tanto, implica un riesgo para la burbuja familiar.
El riesgo latente son las personas asintomáticas, las cuales son portadoras del virus sin presentar síntomas. Por esta razón, si personas externas ingresan a su burbuja incrementa el riesgo de exposición para personas mayores o portadoras de factores de riesgo, por tanto al contraer el virus la evolución del mismo sería más crítica y terminaría en una hospitalización.
Entonces ¿Qué podemos hacer?
Es nuestra responsabilidad como individuos tener muy claro que acercarnos sin protección a personas fuera de nuestra burbuja es exponernos, especialmente en ambientes cerrados, con poca ventilación.
En lugares que reúnan condiciones para la propagación del virus, es de vital importancia usar en todo momento una adecuada protección de ojos , nariz y boca. Ya sea por medio del uso de anteojos y una mascarilla bien ajustada al tamaño de la cara o utilizar de forma complementaria una careta que protege los ojos y permite que la mascarilla pueda estar limpia por más tiempo.
Habituarse al uso de la mascarilla no es un trabajo fácil, pero sí es una medida efectiva y necesaria hasta lograr tener a mano un tratamiento efectivo o la inmunización colectiva por medio de una vacuna segura y disponible para la población más vulnerable.
Volver a retomar las actividades diarias implica gran responsabilidad y atención por parte del Gobierno y de todos los ciudadanos, con el fin de evitar una propagación mayor del virus, así como un impacto mayor a la economía.
Está en cada uno de nosotros el aplicar correctamente las medidas de protección indicadas por nuestros entes de salud con el fin de ganarle la batalla al virus.
Dra. Gisela Herrera
Especialista en Medicina Interna e Infectología
Hospital CIMA